Una de las maldiciones del sufrimiento en las personas es creer que nadie puede comprendernos, por tanto, pensamos que estamos solos.
A veces hablamos con nuestros seres queridos o nuestros amigos más allegados (personas con las nos sentimos en confianza y guardan discreción) y notamos que no nos es suficiente. Dependiendo de las circunstancias o del grado del sufrimiento, las conversaciones resultan poco fructíferas. Incluso, a veces, podemos llegar a sentir que nos juzgan o valoran, aunque sabemos que no es su verdadera intención.
Dada esta situación, hay que ser consciente de que quien realmente puede ofrecer una ayuda o un apoyo acorde a tus necesidades más personales, es aquella persona que comparte tu dolor. La persona que vive algo semejante a tu realidad es quien puede entablar una conexión especial contigo. Para algunas personas, dicho vínculo será reparador, para otras amortiguador y para otras, quizá sea «drenante«. Lo importante a destacar es que el sentimiento de incomprensión y la soledad disminuyen hasta desaparecer.
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CONDICIONES DE PARTICIPACIÓN
- Poder acudir con continuidad 1 vez por semana: se acodará si es viernes o sábado por la mañana llegado el momento.
- La persona que acude es quien padece ansiedad.
- El grupo se compone de 4 personas .
- Es importante la puntualidad para no interrumpir comenzada la sesión.
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